"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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09-04-2023 |
Guerra de Quinta Generación
Ensayo
Enrique Bozzo
Ahora que han purgado a eXtramuros de META, quizás sea el momento de darnos cuenta de que toda la sociedad está en guerra. No es cualquier guerra, ni se parece a ninguna otra que haya sucedido hasta ahora. Es una guerra “no cinética”, que se desarrolla en el plano mental, como veremos.
A todos nos ha pasado, desde Marzo de 2020 hasta ahora, alguna situación pandémica que nos ha parecido un tanto “rara”. No rara en el sentido de “infrecuente”, sino en el sentido de “retorcida” e, inclusive, contra natura.
La inmensa mayoría ha pasado esas situaciones por alto como “son cosas que pasan” o “es lo que hay, valor”, no se ha preocupado más por el asunto y ha seguido obedeciendo -sin darse cuenta- a los medios de comunicación masiva (MCM).
He presenciado un evento, extraordinariamente desgraciado, que me gustaría compartir con el Lector: en una familia de mi larga amistad hay tres primas, en los setenta ellas, que han crecido juntas y casi toda su vida familiar y social ha sido en conjunto. No hubo diferencias familiares, políticas, religiosas, ni de ningún tipo, que lograra separarlas.
Hasta el Covid.
Ahí fue que una de ellas decidió no vacunarse, y las otras dos la borraron del mapa. No hubo absolutamente ningún contacto, y mucho se preocuparon de que nadie tuviera contacto con ella, que no fuera invitada a ninguna fiesta ni reunión, etc. En buen romance, una especie de muerte cívica.
Todo esto aderezado con discursos de una intensa moralina buenista: “debemos cuidarnos entre todos”, “el mundo nos exige vacunarnos”, “es responsabilidad social”, “no seamos egoístas”, etc.
Por supuesto que -como sucede siempre- una de las inquisidoras era más extrema que la otra, y no dudaba en coaccionar a terceros –ante una potencial invitación a la infractora- con un: “si ella va, nosotras no”. Evidentemente, todo ello aderezado con una serie de calificativos despreciativos, con una crudeza, e incluso crueldad, que me dejó realmente asombrado. No eran las personas que yo había conocido.
Fue ahí cuando empecé a sospechar que había cierto método detrás de todo esto, que era imposible que tal extremo sucediera espontáneamente, por lo menos no con esas dos personas (las inquisidoras).
Ahí empecé a estudiar al respecto, pero a pesar de tener muy en claro el uso de los medios de comunicación, MUY en especial la televisión (soy fanático de “1984”), la metadata en internet, los datos de marketing, etc., esto era algo mucho más grande, abarcando desde la ONU y los “filántropos” a todos los gobiernos.
Como no sabía nada de la “guerra de quinta generación”, empecé por el libro “Neuropolítica” de Adolf Tobeña Pallarés (2018). Luego vino (un año después de la vacuna y dos después del Covid), la guerra OTAN-Rusia en Ucrania, y todo se multiplicó infinitamente a pesar de que en gran medida la guerra sustituyó al Covid en cuanto a histeria mediática. Yo ya me había dado cuenta hace tiempo que no se puede martillar eficientemente con dos “ideas fuerza” al mismo tiempo. Lo ideal es una. Por lo tanto, cuando una empieza, la otra cede, y, en este caso, “terminó la pandemia”.
No así las vacunaciones que nos convierten en seres transgénicos, para beneplácito -entre otros- de todos aquellos a los que les parecía escandaloso que hubiera soja (o cualquier otro producto) transgénico. ¡¡Era veneno de multinacionales!! Ahora los transgénicos son ellos, su experimental cuerpo produce la proteína espiga del Covid, tóxica en sí misma, y su dios es Pfizer. Corren hacia adelante mostrando la parte interna de sus brazos y ruegan por una dosis más. Incluso acechan la salida al mercado (porque lo pagamos, no?) de la próxima dosis.
Luego cuentan exultantes a propios y extraños: “Sabés que me di la quinta?”
Tampoco terminaron los muertos en exceso, escondido al público su número. A casi nadie le importó mucho saberlo. No he encontrado un solo médico que supiera las muertes habituales por año en Uruguay. Muchísimo menos las muertes en exceso.
Puede haber un pequeño alto en la insistencia sobre un tema, para volver luego en forma redoblada. Por ejemplo, si la guerra afloja un poco y ya no se puede inventar más batallas, le metemos los globos (sí, globos!) chinos y como eso resultó, también los platillos voladores, y luego la gripe aviar. Dale que va: manija y manija.
Pero eso sí, le escondemos a la población la mortandad que continúa a pesar de que terminó la así llamada pandemia.
En fin, todo esto no es “normal”. Supera en mucho, por ejemplo, a lo relatado en el famoso libro “Extraordinarias Delusiones Populares y el Delirio de Las Masas”, 1841, de Charles Mackay. Leyó bien, amigo Lector: mil ochocientos cuarenta y uno. Una versión moderna y de similar título es “La Locura de las Multitudes: género, raza e identidad”, 2019, por Douglas Murray, cuyos cuatro capítulos, exhaustivamente documentados, son “Gay”, “Mujeres”, “Raza” y “Trans”. Agréguele la televisión, internet, el celular con sus “medios sociales de comunicación”, la coacción del Estado y de la sociedad en su conjunto, y muy en especial de la “logia médica”, y tenemos el cóctel completo en cuanto a ingredientes.
Falta el método.
Antes de entrar en él, debemos asimilar la idea, muy bien explicada por el historiador norteamericano Victor Davis Hanson a partir del minuto 3:00) de que esta es una revolución de arriba hacia abajo (top down), iniciada desde el Poder mismo y superficialmente con la apariencia de ser contraria a sus intereses -excepto por el hecho obvio de vender a mansalva vacunas y tests PCR y en ambos casos sin responsabilidad por sus resultados. Como esto último es relativamente restringido a ciertas compañías y personas, y lo primero (la revolución) parecería ser de un buenismo anti-capitalista, el cóctel, administrado a lo largo de décadas, es indiscernible para el gran público. Podríamos decir que los inicios de esta farsa naturista, por lo menos al nivel de la prensa grande (MCM), fue en 1986-87 con el inolvidable “Agujero de Ozono”. Lo del calentamiento global es posterior. Por esa época no había vigilancia masiva en gran escala, tampoco internet ni celulares.
El método para preparar y administrar nuestro cóctel es expuesto con meridiana claridad por el Dr. Robert Malone, virólogo, inmunólogo e inventor de la técnica del ARN mensajero (ARNm) en el que están basadas las vacunas transgénicas (mejor dicho, transgénico queda el vacunado), en una exposición que hizo en un congreso en Suecia en Enero de 2023. La conferencia completa está aquí , con todas las exposiciones hechas durante dicho evento y dentro de las cuales no podemos dejar de mencionar la de la Dra. Alexandra Latypova.
Diciéndolo claramente, la guerra de 5º generación es una guerra no militar (o no necesariamente con un componente militar), donde el campo de batalla es la mente y los sentimientos (o, como se decía en Vietnam, “The hearts and minds”). El ciudadano no sabe que está siendo atacado, menos aún por quién, por qué y cómo. Por lo tanto, ni se le pasa por la cabeza defenderse.
Crea este método la más deliciosa clase de esclavitud: aquella donde el esclavo no sabe que lo es. El esclavo, incluso, defiende sanguíneamente a su amo, y ataca agresivamente a aquel que ataca -o simplemente describe- al amo o al sistema que lo prohíja. Estos hipotéticos esclavos, como dice Klaus Schwab, líder del Foro Económico Mundial: “No tendrán nada y serán felices.”
No en vano decía Mark Twain que es más fácil engañar a alguien que convencerlo de que ha sido engañado.
Sin duda que en este tipo de guerra, como en cualquier otra, hay porciones de la población mucho más vulnerables que otras, pero la diferencia no la determina básicamente la cultura o la inteligencia, sino la constitución emocional. Para saber cuáles son esas personas, lea el mencionado “Neuropolítica”, pero eso ya es otro tema. No podemos dejar de mencionar que, ante la brutal intensidad y perseverancia del ataque, casi toda persona no especialmente informada y sin un saludable escepticismo, es una baja. También es del caso mencionar que sin los medios electrónicos este tipo de guerra sería imposible.
Volviendo al método, veamos un par de definiciones de la guerra de 5º generación (G5G):
Una de ellas es la del Dr. Malone: “Moldear, controlar y capturar nuestros pensamientos, emociones y creencias”.
Sin duda es una buena definición, pero además debemos aclarar que a pesar de no ser una guerra abierta con proyectiles que vuelan y/o bombas que explotan (”cinética”), de todas maneras es llevada a cabo en gran parte por ejércitos y en especial por los servicios de seguridad.
Y, si bien está implícito, hay que hacerlo explícito: el campo de batalla es la mente.
Es un tipo de guerra sobre la información y la percepción, siendo lo segundo especialmente importante, pues son las emociones las que moldean nuestra percepción. Como gran parte de los procesos mentales son gobernados (total o parcialmente) por las mismas, acudir a ellas es de rigor; de ahí la sensiblería institucionalizada. Así, hay una cantidad de palabras “gancho” cuyo uso es en sí mismo importante, más allá de cualquier argumento mirado desde el punto de vista lógico. Por ejemplo: inclusivo, solidario, equitativo, minoría, género, raza (no así etnia), sexo, mujer, violación, igualdad, integral (en el sentido de “holístico”), opresión, esclavitud, negacionista, trans, antivacunas, normativa, imaginario, relato, etc.
En fin, si las quiere todas, no hay más que ver un noticiero televisivo y escuchar a los periodistas o a los políticos regalándonos con todos los clisés imaginables. Los últimos tienen tanto miedo de no usarlos como de ser retratados sin el mate y el termo sobre el escritorio (ahí ya estamos con los símbolos, que es otro lenguaje, y extraordinariamente efectivo. Se lo dejo a Fernando Andacht).
(Digresión: Mientras escribo esto una multitud de mujeres eufóricas, en su mayoría muy jóvenes, desfilan por la calle, debajo de mi oficina, convencidísimas de que están sometidas al patriarcado machista. No dudo que lo crean sinceramente, y están tan convencidas de su opresión como podría estarlo el inca Túpac Amaru II mientras los españoles lo descuartizaban. Supongo que nadie piensa que se puede organizar y motivar a estas manifestaciones sin los celulares y las así llamadas “redes sociales”). Ni la televisión, por sí sola, sería suficiente.
La manifestación es inmensa, y es esencialmente el mismo público que en el día del “Orgullo Gay”, ahora llamado “día de la diversidad” (comprende la neolengua?). El Frente Amplio, actuando per se, no podría haber reunido tanta gente. Habrá excepciones, pero muy pocas.
La Iglesia del Cordón está protegida enteramente por vallas y con no menos de veinte policías de las fuerzas de choque. Todo por la paz…y la igualdad.
También recibo, al escribir esto, el mail de La Diaria con los siguientes títulos: “ Secretaría de Género del PIT-CNT pidió reunión a Arbeleche por mayor presupuesto para políticas de género “, “ Bottero en el acto oficial por el 8M: “Hoy podemos decir que algunas brechas de género se redujeron durante este gobierno” ”, “ Mujeres de Danubio y Defensor piden crear una Comisión de Género en la AUF”, “ La AUF saludó a las futbolistas por el Día de la Mujer y ellas respondieron con un reclamo: “Más hechos y menos palabras” “.
Ya ni el fútbol es cuestión de machos.
Pululan los llorones que se revuelcan continuamente
tratando de que el juez pite a su favor. Fin de la digresión).
Otra definición similar es la de Rhodri Jeffreys-Jones (“We Know All About You”, Oxford University Press, 2017), que dice con respecto al Reino Unido: ”….el Gobierno retuvo la firma privada de vigilancia Detica, apuntando a desarrollar “olfateadores profundos”, dispositivos para atraer y absorber (“hoover up”) información sobre individuos mediante sus llamadas telefónicas, texteos (de celulares), emails, uso de internet, actividad de su tarjeta de crédito, combinando toda esa información para formar perfiles de los individuos.” Y, por extensión, de las masas.
El aspecto especialmente útil de esta definición es que menciona específicamente esa conjunción público-privada (Detica, como pudo ser Google, Whatsapp, Facebook, Twitter, Wikipedia, etc.) que es inasible desde el punto de vista legal e inmanejable para el ciudadano que quiera zafarse de ella: tendría que vivir aislado, sin cuenta bancaria (ni siquiera para cobrar su jubilación), sin celular, teléfono de línea, internet, tarjetas de crédito o débito, etc.
Si cede a la tentación y compra un celular, se sabrá (además de sus mensajes y llamadas) dónde está físicamente las 24 hrs. del día, todos los días. Si quiere ver televisión, podrá ver sólo televisión abierta para que nadie sepa qué es lo que mira, cuántas horas por día, etc. Si quiere mirar TV cable o Netflix, la transacción del pago quedará inmediatamente registrada y el Gran Hermano tendrá acceso a sus preferencias, a su celular y a su internet (si los tiene).
Más allá de eso, las cámaras le harán el “profiling” en cada esquina o en cada comercio que entre, como hoy se lo hacen en muchos aeropuertos y en toda China, por lo cual vivir aislado en el medio del campo sería la única forma de tener la privacidad que todos teníamos hasta hace aproximadamente unos 20 años. Si quiere ponerle una fecha de inicio al proceso gradual de pérdida de privacidad en gran escala, individual y colectivamente, esa es el 09/11/2001. No confundir con la fecha anteriormente mencionada de 1986/1987.
Y todo eso sin empezar siquiera a tener en cuenta el bombardeo propagandístico masivo, las vacunas, el Covid, Ucrania, el calentamiento global (piadosamente ya nadie habla del agujero de Ozono), el polisexo inclusivo, el racismo anti-blanco, el sexismo anti-hombre, la destrucción de la familia y en especial de la figura de la madre, y tantas otras cosas que hacen (hacían) a los valores morales en los que se sustenta(ba) la sociedad.
Resulta evidente, entonces, que el hombre de la calle, el ciudadano común, lo que los ingleses denominan “the little man”, no tiene noción de que se ataca su comportamiento y se espía su andar y pensar mediante tantos vectores diferentes. Además, si la tuviera, no puede hacer casi nada. Los que trabajan por (o con) internet, por ejemplo, tendrían que dejar de trabajar.
No puedo dejar de enfatizar a Wikipedia, un ambicioso y exitoso proyecto para manejar todo tipo de información, reescribiendo la historia, las ideas y los comportamientos según sean las necesidades políticas del momento. En ese medio, uno no puede tener control ni sobre la biografía propia, estando todo ladeado hacia la tendencia definida por sus controladores, siendo su fecha de creación Enero de 2001. Sólo con eso ya debería hacernos pensar. Es, en sí misma, la perfecta imitación del “Ministerio de la Verdad” del inolvidable libro de Orwell, “1984”. Vale la pena releerlo.
Hace poco yo me quejaba -en una reunión de amigos- del lugar que ocupan en mi biblioteca los treinta voluminosos tomos de la “Enciclopedia Británica”, cuando un amigo me dice: “Quedátelos, a esos no pueden reescribirlos!” A los que seguimos un tema desde hace tiempo, nos resulta evidente cómo se modifica el contenido “on-line” según los avatares del mundo. Por ejemplo, si hoy buscamos “Historia de Ucrania”, ni se nos pase por la cabeza que es lo mismo que hace unos años, por ejemplo antes del 2004 o del 2014. Pero, además, la información no era ni remotamente confiable desde el principio.
El método de la G5G fue desarrollado en principio para la lucha en el extranjero (o contra el extranjero), donde a Estados Unidos le había ido mal en casi todas las guerras insurgentes en las cuales participó: Vietnam, Irak, Afganistán, partes de la ex Yugoslavia, etc. Esas eran las guerras de cuarta generación, y obviamente había que mejorar.
En lo que los británicos podrían denominar el “Gran Panorama” (expresión de la política victoriana), la crisis del Covid es solamente una escaramuza cuya victoria es enormemente facilitada por una “Social Media” que moldea el pensamiento, el comportamiento y la acción. Hay Herramientas informáticas dentro de las redes sociales que extraen las emociones de cada cosa que texteamos, ya sea en Twitter, Whatsapp, Facebook, etc. El lenguaje lo es todo, y de ahí la necesidad de dominarlo con una serie de neologismos que han pasado a ser parte de la neo-lengua actual: la de apretar botoncitos y un léxico limitado y sin ortografía. No hablemos ya de la sintaxis o la conjugación.
Con un sistema educacional público que va cada vez más hacia el pasaje de grado sin méritos ni asistencias, no es difícil imaginarse la cultura futura y el aumento de la grieta cultural, económica y social. Sin fragmentación, no hay conquista.
Volviendo a los sucesos en Estados Unidos, y más allá de la conjunción Wuhan-Depto. de Defensa y Universidad de Pennsylvania- la pretendida lucha contra el Covid no ha sido llevada a cabo en lo sustancial por los servicios de salud sino por los de seguridad. Por eso es que no cumple con ninguna de las regulaciones de la FDA (Food and Drug Administration), pues al ser manejada por el Depto. de Defensa y ser una “national emergency”, las vacunas no son “drogas” sino que son “contramedidas”. Se cae de maduro que las contramedidas ante una emergencia nacional no tienen la misma exigencia en sus regulaciones.
Podría decir que tengo muchísimas cosas adicionales para compartir, pero soy consciente de que el lector muy posiblemente esté pensando que fantaseo, que no sé lo que digo, que estoy con las teorías conspirativas, lo cual me convierte en un conspiranoico.
Le voy a demostrar, entonces, cómo le han “pintado la cara. En todo lo que sigue no pondré opiniones mías salvo que así lo aclare expllícitamente. Es más, trataré de que sean sólo números, y oficiales. De entre los silogismos de falsa oposición, trataré de eliminar complentamente el de “Cuestiones de palabra y cuestiones de hecho”, y le daré sólo hechos. (Siempre ha sido Lógica Viva , de Vaz Ferreira, uno de mis libros preferidos, junto con 1984).
El Observador ha tenido el buen gusto de publicar un escueto artículo con una gráfica sobre el número de muertes en Uruguay, con este párrafo:
“Las enfermedades cardiovasculares, las patologías respiratorias y las muertes inclasificables son algunas de las causas de fallecimiento que más contribuyeron al exceso de muerte del último año. Por “exceso de muerte” se entiende la cantidad de personas que fallecieron en un período por encima de lo que cabría esperarse según la marcha histórica de defunciones.”
El Observador tiene la prudencia de aclarar: “El Observador accedió a los datos 2022 mediante una solicitud de acceso a la información pública dirigida al Ministerio de Salud. “ Es decir, son datos oficiales. Esperemos que sean ciertos.
A continuación la gráfica, y después un cuadro explicativo, que quizás le sirva mejor a mucha gente:
Cuadro explicativo
Total de muertes en exceso en 2020 (pandemia sin vacunación) = – 1.232 (muertos en defecto). Primera pandemia en la Historia que reduce las muertes en una población. Nos preguntamos por qué le dijimos “pandemia”. Siendo que hubo menos muertos que de costumbre!
Total de muertes en exceso desde Marzo 2021 (cuando empezó la vacunación) a Dic. 2022 = 12.804
Desconozco qué motivó a las autoridades (salvo la presión internacional, que debe haber sido brutal) a declarar una pandemia en Marzo del 2020. Del Gach no quiero ni hablar, pues me voy de boca. Fue un aumentativo exponencial del comportamiento de la “logia médica”. Las mentiras que se dijo! Y pensar que contábamos las camas libres de CTI como quien cuenta los vintenes para llegar a fin de mes! Y algunos salían a los balcones a aplaudir al gremio de la salud! Es realmente colosal e inimaginable.
Sabemos que en el concierto internacional, Uruguay no es más que una brizna de polvo que lleva el viento. No quedaba otra (supongo) que obedecer. Y nosotros debemos estar contentos de que las vacunas no hayan sido obligatorias, que hayamos tenido opciones (como Sinovac, que es una vacuna standard), que no haya habido pase sanitario, que el encierro no hay sido obligatorio. En cuanto a la información provista espontáneamente por el MSP, va sin comentarios.
El problema es que ser obedientes nos costó casi 13.000 muertos, o más de 14.000 si consideramos al 2021 y 2022 con respecto a 2020 (año, repito, de pandemia pero sin vacunación). Esos muertos de más son, con respecto al tamaño de la población de Ucrania (43.000.000), mucho más para Uruguay que los que aquel país va teniendo en su guerra. Es más, me juego a que la cuenta, que da 160.000 muertos en proporción, es más que los muertos de Ucrania, Rusia y mercenarios extranjeros todos juntos.
Sin embargo, a Ud., Sr. Lector, le han pulverizado con Ucrania durante el 2022 y lo que va de 2023; quizás le han hecho llorar por ella, sin que Ud. tuviera idea de que en su país la mortandad por la vacuna era mucho peor. Es más, le dijeron que la pandemia había terminado, mientras que la que seguía y sigue matando gente es la vacuna!
¿Entiende ahora lo que es una guerra de quinta generación?
Debo decir que soy escéptico con respecto al futuro de nuestra civilización/cultura occidental. Las razones son principalmente dos: la monumental potencia de las fuerzas acumuladas por los grupos que están promoviendo lo descripto, y la escasisima tendencia del gran público a pensar. Podría agregar la extraordinaria capacidad de creer, pero estimo que creer es casi sinónimo de no pensar.
Le dejo una joyita, y es el texto que Ud. firmó cada vez que se vacunó:
“En virtud de lo anterior, yo consiento que cualquier acción legal o procedimiento judicial o extrajudicial, por cualquier concepto y de cualquier naturaleza, a ser iniciado por mí, incluyendo (sin limitación) contra el fabricante de la vacuna o la República Oriental del Uruguay, que surja de, o se encuentre relacionado o en conexión (directa o indirectamente) con, la recepción de la o las vacunas, será presentado exclusivamente ante los tribunales competentes de la República Oriental del Uruguay, rigiéndose dicho eventual reclamo exclusivamente por las leyes de la República Oriental del Uruguay”.
En buen romance: “Si te hace mal, jodete.”
Como le dije: Sólo “cuestiones de hecho”.
Fuente: https://extramurosrevista.com/guerra-de-quinta-generacion/
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